La decisión de la Provincia de flexibilizar el uso del barbijo en los niveles inicial y primario es un primer paso para ir dejando atrás la pesadilla de la pandemia. Ahora, resta saber cuándo se aplicará la misma medida en los ámbitos educativos restantes, considerando que a mayor edad la responsabilidad y la conciencia es otra. Y, por demás, al resto de la sociedad mendocina, que ya de por sí vive un relajamiento extensivo.
Lo que los chicos y sus padres han vivido en estos dos últimos años bajo los condicionamientos que impuso el coronavirus tienen que dejar algún tipo de aprendizaje. La gestión sanitaria abrió tarde las aulas y los estudiantes perdieron un año tratando de aprender en plataformas para las que ni los adultos, padres y docentes, estaban preparados. Ni decir aquellos que tampoco tenían un celular para contar con las tareas, terminarlas y entregarlas.
De ser este el primer momento para recuperar la normalidad y entrar en una convivencia menos agresiva con el virus y sus mutaciones, no es que se resulevan los problemas que se arrastran en las aulas. No sólo en lo pedagógico, sino también en la infraestructura. El otro paso decisivo tiene que ver con contar con una ley de Educación moderna, actualizada, tanto para hacerle frente a los viejos problemas estructurales, como a los nuevos desafíos de la sociedad postcovid.